miércoles, 17 de julio de 2019

LAS MIGRACIONES EXTRANJERAS Y SU INFLUENCIA EN LA FORMACIÓN DE LA IDENTIDAD NACIONAL PERUANA

Históricamente el Perú se caracterizó por ser un país de inmigrantes, entre los
siglos  XVI  hasta  mediados  del  siglo  XX,  acogió  oleajes  de  inmigrantes,
provenientes de Europa, África y Asia. Desde la conquista española, en la
colonia y virreinato se sucedieron fuertes flujos de inmigración de españoles
hacia América, los primeros fueron los conquistadores, llegaron entre 1492 a
1528, desde el arribo de Cristóbal Colón hasta la llegada de Francisco Pizarro
al Perú. Fue la más grande emigración ibérica, fueron los adelantados que
permitieron a la corona española adherir inmensos territorios, riquezas y nuevos
mercados.
Una segunda oleada de españoles arribó por el siglo XVI, fueron los seguidores
de los conquistadores, emigraron por la propaganda de riquezas en el Perú,
estos a diferencia de los primeros vinieron a establecerse, fundaron, organizaron
y desarrollaron las ciudades. En el año 1630 la población de Lima fue de 24,380
personas, el 88% eran inmigrantes: españoles (9,639), religiosos (1,720) y
negros (10,116), el 12,0% restante eran mulatos (744), indios (1,978) y mestizos
(192). Entre los inmigrantes llegaron grandes contingentes de militares, hombres
de leyes y religiosos que vinieron a vivir y radicar en el Perú. Entre los religiosos
llegaron franciscanos, dominicos y jesuitas, estos últimos, más tarde, serían
expulsados del territorio peruano. Los españoles trajeron al Perú la mano de
obra negra esclava. Para el español era muestra de rango y alcurnia, tener uno,
dos o más esclavos negros a su servicio era signo de riqueza y poder.
Según se consigna, entre 1492 y 1700, unos 3 millones de africanos fueron
sacados de sus tierras para ser esclavos de los conquistadores de América.

En el Virreinato del Perú, en el puerto del Callao, los comerciantes subastaban 
a los negros al mejor postor, los nuevos dueños los llevaban a sus predios para 
ser utilizados en los diversos servicios y faenas. Más adelante, en los repartos 
y encomiendas de los conquistadores y herederos. En las haciendas se requería 
mano de obra por lo que se importó mano de obra negra, los que fueron 
utilizados como fuerza laboral en las extensiones y plantaciones de la costa, 
dado que la población indígena peruana, casi fue exterminada por la explotación 
inhumana y salvaje en los obrajes y en las minas, además disminuyó por efecto 
de nuevas enfermedades que vinieron del mundo europeo.
A mediados del siglo XIX, se produjo la inmigración asiática, se “importó” mano 
de obra china, los “coolíes” fueron traídos al Perú, para reemplazar a la fuerza 
laboral negra, dada la abolición de la esclavitud se requería fuerzas para las 
labores del campo, en los cultivos de la caña de azúcar, el algodón, etc.
Aquellos terminarían enraizados al país, junto a la comida oriental, “entre 1850 
y 1874 se permitió el ingreso al país de 87,952 chinos. La inmigración extranjera 
al Perú, europea, americana, asiática, si bien no representó grandes volúmenes 
de inmigrantes, como en otros países vecinos, se dejó sentir al concluir la guerra 
de la independencia, por los años 1830. Se dinamiza con el boom guanero y 
explotación del salitre, que generó un importante auge económico al país y fue 
polo de atracción para los inmigrantes italianos, ingleses, franceses, alemanes, 
suizos, polacos, belgas, yugoslavos, norteamericanos, palestinos y japoneses, 
arribaron a nuestras costas y se formaron las colonias extranjeras en el Perú, 
que más tarde se enraizaron con las familias peruanas. La colonia italiana fue la 
más numerosa y pujante, en su mayoría provenían de Liguria, de la región 
central de Génova.
Para el año 1863 ya existían 341 negocios italianos en la capital. Inicialmente 
participaron en los negocios de bodegas, para ir proyectándose a fines del siglo 
XIX y principios del XX, en otros negocios: industria textil, curtiembre, molinos, 
fábricas de fideos, tabaco, bebidas alcohólicas, producir vino, hoteles y la banca. 
De igual forma, se asentaron ingleses, franceses, alemanes y otros europeos. 
La inmigración japonesa se manifestó por los años 1899 y 1923 “llegaron como 
obreros  para  las  grandes  haciendas  agro  exportadoras  cerca  de 18  mil 
japoneses.
Una segunda oleada se produjo entre 1924 y 1936. Esta fue una inmigración 
libre más numerosa que la anterior. Sus miembros tenían intención de abrir 
negocios e invertir en nuestro país”. En el siglo XX, especialmente en la primera 
mitad la inmigración europea y japonesa se dejó sentir, fruto de la violencia de 
la primera y segunda guerra mundial, que desbastó Europa y también Japón. 
Muchos inmigrantes terminaron integrados a la cultura peruana, aportando sus 
rasgos propios en un espacio multicultural. El censo del año 1981 registró 
66,925 extranjeros residiendo en el Perú, en el año 1993 la cifra fue de 52,725 
extranjeros. “Para el año 2005, se tuvo un saldo migratorio positivo cercano a 
100 mil extranjeros residiendo en el Perú”

Los dos últimos decenios han sido un periodo de profundas transformaciones en el mundo.
 Se ha experimentado un cambio económico, demográfico, político y social a un ritmo y 
a una escala casi sin precedentes históricos. Uno de los elementos más significativos de 
este cambio ha sido el sustancial aumento de movilidad de las poblaciones. El fenómeno 
migratorio se ha transformado de un problema focal a uno de espectro nacional e internacional, 
ya que no sólo afecta a los familiares de los migrantes, como era antes, sino que ahora sus efectos 
y consecuencias afectan las finanzas, la política, la economía, el comercio, la seguridad, etc., 
de amplias zonas del globo terráqueo

El Perú no ha sido ajeno al movimiento migratorio mundial, desde 1940 Lima y las principales
 ciudades costeras han registrado una permanente migración del campo  a  la  ciudad,  
transformando  radicalmente  las  estructuras  políticas, sociales y económicas del país. Más tarde,
 en los años sesenta, empieza con fuerza la migración de peruanos al exterior.
En el Perú actual, dos procesos fundamentales han afectado su configuración y modernización. 
El primero, es el acelerado proceso de urbanización que ha transformado radicalmente a la sociedad nacional.
 El otro, es la propagación de una dinámica insólita que afecta toda su estructura social, política,
 económica y cultural; es decir, el desborde de la sociedad de masas frente al Estado. Ambos procesos 
están estrechamente articulados.
En  estos  procesos  han  tenido  gran  influencia  la  migración  interna.    La movilización   espontánea   
de   los   sectores   populares,   mayoritariamente migrantes, las masas emergentes ha creado sus propios 
espacios fuera del orden oficial imperante.






Cuando una persona deja el municipio, el estado o el país donde reside para irse a vivir a otro lugar se convierte en un emigrante, pero al llegar a establecerse a un nuevo municipio, estado o país, esa misma persona pasa a ser un inmigrante.
Causas y efectos
El flujo migratorio en nuestro país, es consecuencia de un desigual desarrollo económico, que pese a las restricciones cada vez más drásticas del gobierno de nuestro vecino país del norte, no ha sido posible regular. Las zonas rurales de México han sido abandonadas por los campesinos que han emigrado a los Estados Unidos. Estas regiones se encuentran deterioradas, infértiles, cuya riqueza productiva ya no es explotada; por sus habitantes, ni recibido incentivos económicos para su reactivación. La razón es simplemente que no hay quien las cultive. El campo resulta ser uno de los activos de la economía, es decir, los productos del campo brindan gran parte del desarrollo económico, y muchos de los cereales, o granos que ya no se producen, tienen que ser importados, pagando precios muy elevados por su consumo.
La mano de obra representa otro factor que se está perdiendo. En nuestro país la población económicamente activa está disminuyendo en zonas alejadas. Es decir, aquellas que tienen menos población que en la ciudad de México. Las cuales pierden a la población que podría trabajar no sólo en el campo, sino en las industrias, esto va deteriorando la economía tales entidades.
Hay además, otros problemas de mayor gravedad, como la caza de inmigrantes por grupos de civiles, que evadiendo la vigilancia de la patrulla fronteriza, atacan con armas de fuego el paso de éstos. Una situación que recientemente se reconoció y que tiene relación con la continuación de la violencia sobre los derechos humanos de estas personas. Además como bien sabemos, en los últimos meses no han sido ciudadanos norteamericanos los que usan cruelmente sus armas en contra de nuestros connacionales, pues agentes de la patrulla fronteriza se han visto envueltos en escenas explícitas en las que hacen uso excesivo de su autoridad, llegando a matar incluso a quienes todavía están en territorio mexicano.
Por otro lado, los indocumentados mexicanos que logran establecerse en Estados Unidos, definitivamente son beneficiados por sus nuevas condiciones económicas, al igual que su familia, dentro o fuera de ese país, puesto que envían dinero a México y contribuyen en gran medida a la economía familiar. Si residen ya en aquel país, entonces tienen acceso a la educación y a la salud en la medida que su situación migratoria se los permita. Esto en cuanto a los más afortunados. Pero (un gran pero), la otra realidad es que los derechos humanos en su calidad de inmigrantes indocumentados es mínima y en muchos caso nula.
Aún así muchos siguen arriesgando sus vidas cruzando la frontera de manera ilegal, ya sea con los llamados “polleros”, nadando y evitando a las autoridades norteamericanas.
La migración es uno de los problemas más importantes de México, por lo que se requieren escenarios que nos permitan una atención inmediata a los problemas de fondo, como los económicos-estructurales, y de aquellos que tienen que ver con la violación de los derechos humanos de los migrantes que quedan en manos de grupos delincuenciales que establecen redes sumamente organizadas y altamente rentables. Desde la óptica del desarrollo del país, la migración trasciende hacia la consecuente pérdida de la productividad en el campo y en la industria, por lo que se requieren programas que mejoren la calidad de vida en zonas rurales y urbanas.
El fenómeno de la migración, no corresponde a un tiempo inmediato, por el contrario es el resultado de todo un proceso histórico, ligado directamente con las condiciones de desigualdad económica y social, frente a las que Estados Unidos resulta ser una alternativa riesgosa pero viable para la población joven y adulta que no ha encontrado alternativas suficientes de empleo y desarrollo.
¿A qué edad se van?
Si observas la gráfica podrás ver que la población que emigra hacia otros países lo hace, en mayor número, entre los 20 y los 34 años de edad, le siguen los jóvenes de entre 15 y 19.
En los menores de 15 años y los mayores de 50 el porcentaje disminuye, lo que demuestra que la migración se hace primordialmente por cuestiones laborales.

1 comentario:

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